Y la amnistía, ¿por qué no?
- Victor Chora
- 2 abr 2018
- 3 Min. de lectura
Por razones de economía y seguridad nacional, a Estados Unidos le convendría dar la amnistía a millones de trabajadores indocumentados.
La relación entre México y Estados Unidos es, por decirlo de alguna for- ma, contradictoria. Por un lado, ambos países han creado, junto con Canadá, un enorme mercado para el libre intercambio de mercancías, servicios, capital e información. Por el otro, se ha impedido el libre intercambio del factor trabajo.
Existe una frase estadounidense bas- tante popular que más o menos dice que
“cuando el camino se pone difícil, las cosas comienzan a andar”. En relación al endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses, no sabemos si lo que reza esa frase es lo que ocurrirá en el futuro. Pareciera que no. Lo que sí creo es que no debería darse por descartada la posibilidad de que ellos otorguen una amnistía a los millones de indocumentados –mexicanos y no– que viven en ese país. Es más, tal vez debería abogarse por ello de manera más intensa.
Al respecto debe decirse que las amnistías constituyen un mecanismo de regularización largamente socorrido por los gobiernos. ¿Cuántas veces no hemos escucha- do, incluso vivido, amnistías en el pago de impuestos o derechos? Después de todo, éstas no son de a gratis; es decir, hay que pagar una multa por la omisión cometida. Sin embargo, en el caso de la política migratoria, debe aceptarse primero que los indocumentados no deberían ser tratados como criminales.
Existen varias razones que podrían apoyar la tesis de que la amnistía es una buena opción, no sólo desde el punto de vista de los indocumentados, sino también para los estadounidenses.
La primera es que si, efectivamente, hay de 10 a 12 millones de indocumentados, en virtud de que sólo una pequeña proporción de ellos serán deportados, lo mejor sería en- contrar alguna manera de regularizarlos.
Hace días se llevaron a cabo redadas a gran escala en varios estados de la Unión Americana. En una de las más grandes, llevada a cabo en Ohio, el número de trabaja- dores deportados alcanzó la altísima cifra de 160 detenidos. La realidad es que el número de deportaciones nunca será comparable con el número de personas indocumentadas que ya están –y que siguen llegando– a ese país.
Otra razón a favor de la amnistía es de carácter económico. Como ya se mencionó, la aplicación de una amnistía que considerara el pago de una multa razonable podría significar recursos importantes que podrían ser canalizados a cubrir, entre otros gastos, aquellos relacionados con la seguridad social de estos trabajadores. Ésa tan sólo sería la parte correspondiente a la multa, ya que estos trabajadores seguirían pagando impuestos a lo largo de su vida laboral, contribuyendo así al pago de los servicios que utilizan y al desarrollo de infraestructura.
Una razón más para la amnistía es lo que comúnmente se denomina “seguridad nacional”. A ellos les conviene saber quién está residiendo en su país. La implementación del mecanismo de amnistía proporcionaría esa información de manera automática.
En resumen, si la amnistía parece ser una buena opción, ¿por qué no llevarla a cabo? Si dejamos fuera las motivaciones de orden político, el principal argumento en contra de la misma parecería estar relacionado con el hecho de que la implementación de una amnistía, hoy, crea la expectativa de que en el futuro vendrán nuevas amnistías.
Podría ser. Pero si en verdad los estadounidenses están trabajando en sellar su frontera a través de extensas bardas y tecnología de punta, este argumento no debería preocu- parles. Más bien, la preocupación debería es- tar del lado sur de la frontera, ya que si estas medidas resultasen efectivas, es difícil imaginar qué opciones va a buscar toda esta gente.
De cualquier manera, lo cierto es que en este asunto hay dos partes, y estamos muy de acuerdo en que México debe cumplir con la suya. No es posible que sigamos expulsando altísimas cantidades de jóvenes, con y sin preparación. Porque indocumentado por igual es el joven de escasa preparación que se cruza el río y atraviesa el desierto en busca de una mejor vida, como el que, por el mismo motivo, viaja con visa de turista y se queda por allá.
El debate seguirá; mientras tanto, para miles de familias de ambos lados, no les que- da más que enfrentar e intentar sobrevivir a la desintegración.
Victor Chora
Maestro en políticas públicas
Publicado en el periódico EL NORTE el 04 de septiembre de 2007




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